De economías regionales a economías glocales

1.017

Equipo de Redacción

: Germán Blanco , Lucila Busso, Martín Cerdá, María Elisa García, Solange Martinez, Anebella Paulizzi, Fernando Rizza, María Rizzo, Matías Strasorier, Xiomara Ullan, Thiago Viega, redactores investigadores asociados al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la).

El escenario global se encuentra en una crisis sistémica, proceso que dará nacimiento a un nuevo orden mundial, donde la interpelación de las viejas estructuras desde la ciencia y la dialéctica, transformará conceptual, pero sobre todo, revolucionariamente el sistema dominante como lo conocemos hoy. La economía, como ciencia que estudia los recursos, la generación de riquezas y su distribución para satisfacer las necesidades humanas, de ninguna manera es ajena a este proceso.

El pre-capitalismo en Latinoamérica

En Latinoamérica, la economía de los sistemas agrícolas datan de más 2500 años antes de la era cristiana, como fueron los casos de México y Perú, que fueron desarrollados por las civilizaciones originarias, quienes fundaban el sistema de producción y administración de riquezas, en satisfacer las necesidades de su comunidad. “La agricultura amerindia se basaba en importantes plantas comestibles nativas, como por ejemplo: el maíz, los frijoles, las calabazas, la yuca, la papa, el ñame, el maní, el tomate, los pimientos o chiles, la cebolla, la vainilla, el aguacate… cultivaban también plantas textiles, como el algodón, que posteriormente tuvieron una enorme difusión en la industria de la confección mundial”, comenta en ‘ECONOMÍA AGRARIA EN AMÉRICA LATINA: DEL ECOLOGISMO PREHISPÁNICO A LA MODERNIDAD GLOBALIZADORA’, Karelys Abarca C., artículo presentado como ponencia en el XII Congreso de la Federación Internacional de Estudios de América Latina y el Caribe, que tuvo lugar en Roma septiembre de 2005. Así por ejemplo, el sistema agrario INCA basado en cultivos en terrazas y sistemas de conducción de agua, presentaba un desarrollo integral local, con infraestructuras para la distribución y almacenamiento de lo producido, como la construcción de caminos y depósitos, y la distribución del uso de las tierras entre la clase religiosa, el Estado y las comunidades. La armonía en lo social, político, económico, cultural y ecológico nacía del objetivo central: Producir y administrar la riqueza para la comunidad INCA.

Producir para la Corona

La época de conquista y colonización de nuestro continente implicó un cambio de plan integral en el desarrollo de cada comunidad, imponiendo el programa y las políticas económicas del imperialismo europeo. Indistintamente del origen del conquistador, el objetivo dejó de ser el desarrollo del pueblo nativo, para transformarse en el desarrollo y la acumulación de riquezas de la comunidad imperialista.

En este marco, donde imperaba el mercantilismo como primera lógica capitalista, la agricultura y la explotación de nuestros recursos, ingresaron en dicho mecanismo a la perfección. Situación similar, cumplimentando con fines económicos y políticos externos, se desarrolló con la implementación del modelo agroexportador en nuestro cono sur, hacia mediados del S. XVII.

Para este entonces, la Argentina se convirtió en la nación emblema de producción agroalimentaria, cubriendo las necesidades del imperio español. La Pampa Húmeda cumplía con las condiciones para el desarrollo agrario que demandaba la economía mundial.

En la actualidad, quienes imponen y dominan la lógica de mercado son los grandes Grupos Financieros Trasnacionales, que manejan cada uno de los recursos estratégicos: financiamiento, semillas, tecnología y biotecnología.

La producción de cereales y oleaginosas ocupa el primer lugar de productos exportados en la Argentina, representando el 44.8% del total exportado, siendo las primeras cinco empresas responsables de la comercialización internacional, Grupos Financieros Trasnacionales, que se vinculan en red con las empresas productoras de semillas genéticamente modificadas, empresas productoras de fertilizantes y agroquímicos, empresas de tecnología e inteligencia artificial, grupos financieros y bancas, y de manera secundaria con la oligarquía terrateniente, organizada principalmente en la Sociedad Rural Argentina.

El resto de las regiones productivas del país o regiones extrapampeanas fueron relegadas. Las necesidades del imperialismo dominante cumplen con su abastecimiento en la región pampeana, que por sus características producen soja, maíz y trigo en condiciones extensivas, con altos rendimientos y bajos costos, a corta distancia de los puertos con salida al océano Atlántico condiciones inmejorables de competitividad para estos commodities. Muy lejos de estas ventajas productivas quedaron las llamadas Economías Regionales.

El concepto de Economías Regionales no tiene una definición exacta, usualmente se refiere a producciones agrícolas y agroindustriales, desarrolladas regionalmente en las zonas con mejores condiciones geográficas y climatológicas. De este modo, solo por citar algunos ejemplos, el limón se produce en la región del Noroeste, las naranjas y la yerba mate en la región Noreste, las manzanas y peras en la región Sur, las uvas y aceitunas en la región de Cuyo, la leche y los quesos en el Centro. Según Raúl Robin, titular de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la mediana Empresa (CAME), el término sirvió para diferenciar a los pequeños productores a lo largo y ancho del país, de los productores de soja, trigo y maíz de la región pampeana.

A pesar de la gran diversidad de agroalimentos producidos, las economías regionales comparten como característica que el 80% o más de sus productos tienen como destino el mercado interno, las mismas también requieren mayor mano de obra y procesos de agregado de valor, que las producciones pampeanas. Sin embargo, a pesar de que el destino de su comercialización es mayoritariamente para consumo interno, los productores piensan en la exportación como el objetivo a alcanzar, quizás persuadidos por los requerimientos del mercado global, dominado por un sistema capitalista que transforma los alimentos en commodities, imponiendo el plan agrario latinoamericano, donde sólo se debe cumplir con un objetivo: extraer mano de obra y riquezas a bajo costo.

El desafío de los pueblos

En un escenario global, con crisis sistémica estructural, de guerra hibrida, el imperialismo ha demostrado que no se detiene, que es un monstruo de insaciable deseo de acumulación de riquezas, generador de hambre y de muerte, que va mutando sus prácticas de dominación para el consumo de fuerzas de trabajo hasta el agotamiento total. Solo dos obstáculos se interponen al avance voraz capitalista: la naturaleza y el pueblo.

Es el desafío de los pueblos libres de la Patria Grande es interpelar las estructuras en crisis, contestarnos ¿Qué, para quién y cómo producimos? Proyectando la Economía Glocal, es decir centrar el eje en la generación de riquezas, desde el conocimiento y los saberes para dominar la naturaleza en cada región, explotando los recursos en armonía, produciendo para el pueblo en el territorio local y proyectando globalmente la lucha universal por la liberación de los pueblos.

Más notas sobre el tema